CUENTOS DE SIEMPRE

Pachín, pachín pachán mucho cuidado con lo que hacéis. Pachín, pachín pachán a garbancito no piséis.
 Y por la noche ¿qué harás? Dormir y callar, dormir y callar. Abuelita, abuelita que nariz más grande tienes. Es para olerte mejor. Y soplaré y soplaré y tu casa derribaré.

¿Te suena de algo estos cuentos? Pues no te pierdas la última sesión de este curso.

 

Érase una vez un señor, el señor Bianchi de Varese. Su profesión de viajante de comercio le obligaba a viajar seis días a la semana recorriendo toda Italia, vendiendo productos medicinales. El sábado regresaba a su casa y el lunes por la mañana volvía a partir. Pero antes de marcharse su hija le recordaba que le tenía que contar un cuento. Y es que aquella niña no podía dormirse sin que le contaran un cuento, y su mamá le había narrado todos los que se sabía; algunos hasta tres veces. Entonces el señor Bianchi le dijo a su hija que todas las noches a las nueve en punto la llamaría por teléfono y le contaría un cuento. Como veréis los cuentos son cortitos, porque el señor Bianchi tenía que pagar la conferencia de su bolsillo, entonces no había "tarifa plana". Me han dicho que cuando él llamaba, las señoritas de la telefónica, suspendían todas las llamadas y se ponían a escuchar los cuentos. ¿Queréis escuchar algunos?